¿Mereció la pena?

4 mayo 2015

Tiene tanto que decir. Tanta información en su poder. Su cerebro bulle con datos, cifras, ideas, conclusiones, pensamientos, acontecimientos y dudas, pero sus dedos viven en una cárcel.

-Libertad- piensa-, feliz utopía.

Su mujer y su hijo recién nacido le esperan en casa. Cuántas lágrimas ha vertido ella deseando que termine por abandonar. Y él, que no puede, que no quiere, que no debe… Ya ha perdido la cuenta de las veces en que se ha puesto en esa tesitura, entre abandonar o seguir caminando hacia la feliz utopía.

Recuerda sus años de estudiante, cuando la ilusión por cambiar parte de lo podrido que hay en el mundo era lo único que le hacía pegar el culo a la silla en esas interminables horas de estudio.

Mientras una extraña calma le afloja el esfínter, aprieta entre sus dedos la libreta que le arrebatan un instante después con toda la fuerza de la rabia humana. En su bolsillo posterior, la grabadora se le clava en las nalgas y desea con todas sus fuerzas que no la encuentren ellos, con la esperanza de que al menos sus notas de voz trasciendan. Cuando oye el «clic» que le recuerda a la cámara de fotos que también le arrancaron, se atreve por fin a abrir los ojos. El cañón que le apunta la frente le regala una última pregunta para la que no encuentra respuesta: ¿Mereció la pena?

3 de mayo, Día Mundial de la Libertad de Prensa

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