17 marzo 2015
Me miran horrorizados, porque saben que el «tengo que contaros una cosa» precede una noticia que no quieren oír. No me dan siquiera el beneficio de la duda; saben lo que les voy a contar, son demasiados años sonando el río. Pero se resisten a oírlo y yo temo que les dé un ataque de nervios antes de abrir la boca. Mi madre junta las manos y retuerce el borde del mantel, como cada vez que está alterada y tiene que esperar su turno para hablar. Mi padre se ha encendido un cigarro nada más terminar el anterior, y me mira con esa mirada tan suya de «a ver qué disgusto nos va a dar ahora esta hija». Mis hermanos no están presentes; una discusión menos, por ahora.
Tengo miles de motivos. Lo he pensado muchísimo, me he documentado, he hablado con mucha gente distinta para ver si esta tendencia que tengo dentro de mí se resuelve como, desde hace años ya, temo que se resuelva. Estoy segura y convencida; por la calle las miro y quiero ser como ellas. Envidio su libertad cuando pasean por el centro, despreocupadas, libres, profundamente felices. Yo, en cambio, vivo con una soga al cuello por no poder contarle a mi familia, a mis amigos, a mis conocidos, esto que me aprieta por dentro. Somos tan distintos… Nunca entenderán que nací con este deseo pero ha tardado años en aflorar, a fuerza de remar para el lado contrario.
Hoy ha llegado el día en que me libere por fin. A partir de ahora, podré pasear por la ciudad y sonreír mirando al cielo, en vez de sentirme extraña mirando al suelo. Me quitaré de encima la sensación de vivir peleando conmigo misma y me abandonaré a la certidumbre de que estoy haciendo lo correcto. Me debo a mi misma ser sincera, luchar por el futuro que quiero, actuar acorde a mis impulsos. Miro a mis padres, a sabiendas de que les daré un disgusto enorme. Pero no he elegido yo ser así. Elijo, en cambio, mi libertad, mi felicidad. Elijo mi vida, que para eso es mía.
Tomo aire, lo suelto mirándoles a los ojos y, sintiendo un gran alivio, se me escapa la sonrisa: «Mamá, papá. Mañana entro en el convento».
La verdad es que cada día me sorprendo más leyendo tus escritos. Tienes un don especial para tener hasta el ultimo momento en ascuas por saber que sucederá al final, y cuando llegas te quedas asombrada…..
En fin ya sabes que tienes en mi una fan incondicional.
Besos.
M A R I A N
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¡Qué bonito! Muchísimas gracias, Marian, como siempre, tus palabras me llegan directas al corazón :)
¡Un abrazo fuerte!
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