4 febrero 2015
Me gusta pensar que cuando más duele, cuando peor me siento, es precisamente cuando estás discutiendo con ella, cuando te planteas si tiene sentido seguir con lo vuestro y una parte remota de tu cerebro te echa de menos conmigo.
Cada día veo cientos de chicos con tu mismo corte de pelo, que se ha puesto de moda. ¿Por qué tantos han decidido dejarse una barba como la tuya? ¿Y por qué esa estúpida manía que os ha entrado a todos con poneros pajarita otra vez? Nunca tanto como ahora he odiado que sigas las modas… Me recuerdan, en cada esquina, en cada anuncio, en cada portada de revista y en cada bar a la última, que solo puedo aferrarme a mi dolor en el corazón cuando quiero imaginarme que esta noche estás discutiendo con ella.
Llámame tonta, estarás en tu más absoluto derecho, y si me dejases te acompañaría en ese insulto porque yo también lo pienso. Pero la verdad es que me gusta imaginarte hecho añicos en esas noches en que el frío en tu lado de la cama no me deja conciliar el sueño y la solución a la oscuridad no se encuentra al alcance del interruptor.