18 diciembre 2014
Me mira fijamente como si no me hubiese visto nunca llorar, yo que me paso el día moqueando, que no me quedan nunca pañuelos en casa porque todos están hechos un burruño en la papelera. Creo que se siente él peor que yo, porque no está acostumbrado a ser el malo de la película, siempre soy yo la que lo despierta, la que patalea, la que lo saca de sus casillas, la que está hecha un mar de dudas o un mar de lágrimas o de qué se yo.
Pero hoy lloro de verdad, no como esas otras veces en las que finjo llorar para conseguir un abrazo o un poco de bienestar. Hoy, aunque no lo sé porque tengo poco más que 1 año, lloro de verdad porque nunca sabe una como despedirse de un papá que se va y que te mira fijamente consciente de que será la causa de que, cuando crezcas, no sepas muy bien dónde está el horizonte hacia el que mirar.