Miedo también

20 noviembre 2014

Está lloviendo desde hace horas y Piña aún no ha salido de debajo del sofá, donde se ha arrastrado a cuatro patas en cuanto ha oído el primer trueno. Silvia supone que tiene miedo, pero no está segura porque, en realidad, no lo conoce mucho. Lo recogió hace dos días de un contenedor en el que estaba aullando enloquecido, probablemente de frío, de hambre y un poco de miedo también.

“Criaturita…”, se dijo con una pena inmensa mientras lo envolvía en su chaqueta, que estaba mojada. Fue corriendo a casa sabiendo que Miguel no estaría de acuerdo, que era una idea descabellada, como según él lo eran casi todas sus ideas.

Cuando llegó a casa, Silvia abrió con cautela la puerta, temerosa de su reacción. Sin embargo, Miguel la miró a los ojos y, emocionado, la besó en la frente, rompiendo ambos a llorar. Ella de alivio, él de impotencia, de pena y un poco de miedo también.

Cuando se calmaron, Miguel cogió una manta con dibujos de pequeñas piñas y lo envolvió con cuidado. Sentándolo sobre sus rodillas para verlo bien, le dijo a Silvia: “Tendremos que ir pensando en un nombre para nuestro nuevo bebé”, y sonrieron con complicidad, con emoción y con un poco de miedo también.

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