25 mayo 2015
Supongo que es normal que te hayas cansado de mí, tan pronto y tan de repente. No soy fácil, tengo un carácter fuerte, tengo las ideas demasiado claras, tengo sed de independencia y al mismo tiempo unas ganas tremendas de merecerte la pena. Supongo que es normal que sientas que ya no hay nada más que escarbar, que es el momento de irte hacia otra persona para empezar este proceso desde el principio y así, quizá, volver a sentirte vivo. Volver a sentirte tuyo.
Supongo también que es normal que te eche de menos, que se me haga raro no ser parte de tus ideas, ahora que me había acomodado en la impresión de poder ser el cemento que une los ladrillos de tu castillo. Supongo que esta angustia que siento en el pecho, este temblor en las piernas, este escozor en los párpados y esas mariposas en la tripa que traen de todo menos buenas sensaciones, son también de lo más normales.
Supongo que es el precio que pagar por haberte creído mío, sin darme cuenta de que eras, desde el principio, una mera ilusión, un profundo espejismo que solo aboca al vacío. Supongo que es normal que ahora vea claro que solo quería algo con lo que soñar, demasiado perfecto como para ser real, demasiado mío como para poder ser verdad.