5 noviembre 2014
Como Ángel nunca había ido de putas, no tenía ni idea de cuál era el protocolo. ¿La mano? ¿Dos besos? ¿Un abrazo lánguido, de esos que no se sabe muy bien quién se lo da a quién? El lugar era menos sórdido de lo que se había imaginado, pero aun así le picaba la nuca, signo inequívoco de que no quería estar allí. Estefanía se le acercó cuando apuraba el último trago y le plantó dos besos pegajosos que traían de regalo una bofetada de perfume barato. Sintió náuseas, pero se cuidó de hacérselo ver a ella; putero sí, pero caballero más.
A Ángel no le gustó nada aquella chica. Le pareció demasiado alta, algo ordinaria, y tenía la mirada perdida. No parecía haber pisado una librería en su vida. Aun así, guiado por la presión en su entrepierna, subió las escaleras y, durante varias horas, se dejó adular desnudo sobre la cama, agradecidos ambos por la magia de la pildorita azul que nunca falla.
Cuando llegó a su casa, Raquel lo recibió en la puerta diciéndole:
-Venga, enséñamelo todo. Dime que, por fin, has aprendido- con una sonrisa de deseo en la mirada.
Alessia el comentario anterior es de Loli. Ya estoy pesnsando en una estanteria para los libros de tu coleccion. , les quiero todos.
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Alessia si uno me gusta leo el siguiente y me gusta mas , como yate digo no pares escritores asi son los que hacen falta ya que nos transportais a otro tiempo y nos metemos en la vida de los personajes que es lo que a mi me gusta ,es como si lo estuviera viviendo Yo misma.Me encanta.
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Loli, ¡muchísimas gracias por tu comentario! No te imaginas lo feliz que me ha hecho saber que te gustan mis relatos y que disfrutas leyéndolos tanto como yo escribiéndolos.
Gracias por tu apoyo, de verdad.
Un abrazo enorme.
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