Historias de tu mundo

Siempre he sido una firme defensora de la idea de que el mundo es un lugar maravilloso. Sin duda, es maravilloso para visitar; vivir en él puede resultar un poco más complicado…

En los muchos viajes que he tenido la suerte de hacer a lo largo de mi vida, todos y cada uno de ellos gracias a la generosidad de mi madre, me he cruzado con muchísimas personas, algunas de las cuales aparecen en este libro. Mientras las miraba, mientras pensaba en sus vidas que nunca conocería y apretaba el gatillo que congelaría el tiempo, les robaba una parte de sus almas. Sus historias, sin embargo, son sólo suyas, y sus vidas de ninguna manera se han visto reflejadas en ninguno de estos relatos. Cada una de las historias que aparecen en estas páginas son fruto de mi imaginación, sin que haya en ellas ningún matiz de realidad acertado.

Este libro surge de mi profundo amor por los viajes y por conocer cuanta más diversidad posible de este mundo que no termina nunca, para que imaginando un pedacito de unas vidas que no han existido, quizá se despierte el interés por una realidad que está ahí, a nuestro lado. La mayoría de los viajeros, al igual que yo, se impresionan por las diferencias que se van encontrando a cada paso. Es posible ver dichas diferencias, pero quizá es un poco más difícil conocerlas y casi imposible entenderlas. A la pregunta de qué habrá detrás del gesto amable de un lugareño, de la pregunta curiosa de un niño o de la mirada hostil de un paseante, no es fácil encontrar una respuesta; en mi caso, he preferido imaginármela y así crear historias que en ocasiones resultan enrevesadas, con la libertad que la literatura nos regala y teniendo siempre en cuenta aquel dicho que dice que «la realidad supera la ficción».

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De todas estas personas, hay una que, sin embargo, sí existió en mis viajes: Nuki. En el paseo que di por Skopie, la capital de la República de Macedonia, Nuki fue de algún modo el ángel que se describe en su historia. Con él paseé por la ciudad perdiéndome en sus explicaciones, sus historias de vida y sus opiniones acerca de la antigua República de Yugoslavia, cuyos matices a grandes rasgos me ayudaron a escribir el monólogo de Dejan para Josip. Su vida nada tiene que ver con la que se retrata en el relato; Nuki no tiene madre, ni padre, sólo un hermano que vive en Italia y que, por suerte, no es Ace. Su infancia ha sido muy difícil pero Nuki no ha perdido con la soledad las ganas de sonreír ni tampoco esa mirada de niño bueno, buenísimo, que se describe en el libro y que podéis reconocer en la foto. Por suerte, él sí tiene algo que su sosia literario no tiene: un carácter admirable y una fuerza que parece no tener fin, además de una generosidad sorprendente. Desde aquí, mi agradecimiento a este chico al que un día admiré y que espero que la vida por fin le haya sonreído con la calidez que se merece.

Al resto de las personas que me inspiraron para tomar una foto, les agradezco haber estado en el momento y lugar preciso para que pudiese llevarme un pedacito de sus vidas a casa. Espero que tú, si me concedes el inmenso honor de leer estas historias, entiendas que todos y cada uno de estos relatos han sido escritos con respeto y con admiración hacia estos países y culturas que, en un momento dado, me regalaron instantáneas de profunda felicidad y me animaron a seguir viajando, leyendo, conociendo y escribiendo.

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