Lo más difícil

16 febrero 2015

Le cuesta poner la sonrisa falsa y mantenerla constantemente mientras hace la visita. Encima el maquillaje es algo molesto, la peluca le pica en la frente y en muchas ocasiones hace demasiado calor. Pero aún así, le pone todo el empeño del que es capaz y sonríe antes de entrar en la habitación. Cuando sale, le duele la mandíbula de tanto tirar.

Han pasado cinco meses desde que empezó esta tarea, que muchos consideran titánica. Él mismo no la considera menos heroica, para qué nos vamos a engañar… Pero poco a poco se ha ido acostumbrando y ya casi nunca se tiene que parar a coger aire cuando se emociona. Le da miedo haberse enfriado tanto como para no verle el encanto a lo que hace, pero en parte lo agradece, porque a veces se le hace realmente difícil seguir allí y enfrentarse a esas miradas cargadas de ilusión que lo darían todo por un ratito más de espectáculo.

Hoy es otro de esos días en los que te apetece de todo menos reír y hacer reír, pero Adolfo se pone su capa de héroe y entra en la habitación de Marina, que es una de sus preferidas porque tiene la sonrisa más agradecida del mundo y además siempre le abraza con demasiada ternura. Hoy Marina está muy contenta, se lo nota nada más verla. Su madre, sentada a los pies de la cama con unos papeles en la mano, ríe sin poder contener un torrente de lágrimas cargadas de la felicidad más pura; aquella que emana del alivio, de la tensión liberada, del triunfo sobre el monstruo que hace pupa. Adolfo se olvida de su papel y con su tono de voz normal y sus gestos acompasados, sonríe por primera vez de verdad y se abalanza sobre Marina para recibir las buenas noticias que llevaba tanto tiempo esperando escuchar.

15 de febrero, Día Internacional del Cáncer Infantil

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